Política

Fiasco con los fondos europeos

El problema en el reparto de los «next generation» está en Bruselas y se apellida Von der Leyen

Venía el runrún de lejos y por diferentes vías. Los fondos europeos, 70 mil millones en subvención directa y 70 mil en créditos blandos, no estaban llegando a tiempo, había quejas de opacidad, demasiada burocracia, un laberinto de papeles para acceder a ellos y sin respuestas a los interrogantes planteados. Dice un taxista que compró un Tesla eléctrico y pidió de inmediato la subvención, pero que para 5 mil euros lleva casi dos años de papeleo absurdo. Está aburrido. Otros solicitaron ayuda para placas solares y, después de 12 meses, aún no tienen solución. Aseguran en cierta autonomía que les llegó un monto importante para equipar colegios con pizarras digitales, sólo que ellos ya las habían comprado y distribuido previamente. Preguntaron si podían cambiar el destino del dinero para otra necesidad tecnológica escolar, pero les respondieron «no, es sólo para pizarras digitales». De modo que, o se quedan sin el dinero, o tiran las pizarras recién compradas y las sustituyen por otras nuevas. Un absurdo. Igual que las ayudas a la rehabilitación o aislamiento de viviendas. Papeles, burocracia y trabas. El Gobierno gastó 730 mil euros en un programa de gestión de estos fondos. Las autonomías dicen que no funciona. Montero culpa a Calviño y Calviño a Montero. Ninguna se quiere comer el marrón.

El cacareado maná europeo iba a solventar nuestros males para llevarnos a un nuevo sistema productivo más allá del turismo. Buena idea pero de ejecución borrosa. En su día aplaudimos a Sánchez por conseguir ese dinero para España. Hoy constatamos que la gestión es mejorable. Bruselas nos envió en septiembre varios hombres de negro que visualizaron el desorden imperante y avisaron de que si no se acreditan debidamente los beneficiarios y en qué se gastan las ayudas, frenarán el envío de remesas. El problema es que el anterior dinero aún está por distribuir. Quizás por eso han dimitido los responsables del programa. Nadie quiere firmar lo que no pueden acreditar. Llega después el Tribunal de Cuentas y le complica la vida a la gente. De modo que parece constatado que la gestión es deficiente. Lo anticipó hace semanas Bloomberg y se confirma la ausencia de control, transparencia y agilidad. Falta saber cifras tan elementales como el volumen de inversión realizada, los empleos creados, la tecnología aportada.

Claro que la raíz del problema está en Bruselas. La UE pone en marcha un programa para regar con euros a los estados pero diciendo en qué hay que gastarlos. Dirigismo burocrático al margen de la realidad de cada territorio. Fondos en exclusiva contra el cambio climático y la digitalización. Dijo hace unos días Isabel Díaz Ayuso que se está incubando un discurso apocalíptico con relación al clima como si la Humanidad estuviera al borde de la extinción. No es verdad. La UE enfoca todas sus políticas en ese sentido, con decisiones polémicas que empobrecen a agricultores, ganaderos, pescadores, transportistas, empresarios, al sector de la aviación y de la automoción. Es lógico combatir la contaminación, reciclar más y polucionar menos, pero meter sin calzador la transición verde dispara la inflación y empobrece a la gente. El fiasco de los fondos lo vemos en España. Pero el problema viene de Europa. Y se apellida Von der Leyen.