Desinstalé Twitter del teléfono y entro cada vez menos. Me quedé, entonces, con la deriva autocomplaciente de Instagram, con sus imágenes híper trucadas, con sus colores mullidos, con esa blandura de corralito. Nunca falta el que dice “esto es lo más hermoso que vas a ver hoy” y, ávidos de algún tipo de belleza mediada, convalidada por otros que están en la misma búsqueda pavota de c